martes, 29 de julio de 2014

«¡Taxi! Lléveme al frente»

  • En agosto de 1914, el general francés Joseph Gallieni recurrió a 630 chóferes de París para trasladar a unos 2.500 soldados a la batalla del Marne


El alto mando francés tenía noticia de la amenaza que se cernía sobre París desde el 30 de agosto de 1914, cuando el ejército comandado por el general Von Kluck, que había atravesado Bélgica con la orden de avanzar hacia el oeste y sur de París, se desvió hacia el sudeste. Kluck decidió aminorar la marcha para esperar a las tropas de Von Bülow, que se habían rezagado. El 2 de septiembre la prensa de la capital francesa anunció a sus estupefactos lectores que el enemigo estaba a dos pasos de sus casas. De hecho, a 25 kilómetros en línea recta, en el Departamento de Seine-et-Marne. El Gobierno de Francia se enteró de la situación por dos medios. Por una parte, gracias a una de las celebradas novedades tecnológicas del conflicto, los aviones; por otro, de una forma más tradicional: un destacamento de caballería que se encontró con una avanzadilla alemana de reconocimiento, también a caballo, y que envió el aviso con una paloma mensajera.




Soldados franceses, a bordo de taxis, camino al frente


El ingenio que cambió las guerras Estado Mayor francés, encabezado por Joseph Joffré, decidió salir al encuentro de los alemanes con todas las tropas a su disposición. Así empezó la primera batalla del Marne, librada del 5 al 12 de septiembre, que supuso el cambio del curso de la guerra.

Para transportar a las tropas, se recurrió al ferrocarril, el medio más moderno y eficaz del momento, pero no era suficiente. El veterano general Joseph Gallieni (1849-1916), gobernador militar de París, decidió tomar una medida insólita para reforzar los efectivos en el frente: recurrir a los taxis de París. En 1914 la capital francesa disponía de unos 10.000, la mayoría del modelo Renault AG 1 Landaulet, de 8 caballos y 2 cilindros, pero la mayor parte de sus conductores, unos 7.000, habían sido movilizados. Con la colaboración de la Compagnie Française des Automobiles de Place, el 6 de septiembre Gallieni consiguió reunir frente a la explanada de los Inválidos a 630 conductores con sus vehículos. Se cuenta que algunos usuarios tuvieron que abandonar los taxis en pleno trayecto cuando fueron requisados sobre la marcha.

A 25 kilómetros por hora

Los coches, cuya velocidad punta era de 25 kilómetros por hora, comenzaron su recorrido de noche, iluminados con sus faros de acetileno, en dos columnas hasta Gagny y Livry Gargan, donde recogieron a sus peculiares ‘pasajeros’. Cada taxi transportaría hasta Nanteuil-le-Hadouin y Slilly-le-Long cinco soldados de infantería con toda su impedimenta: uno iría junto al copiloto, dos en el asiento trasero y los dos últimos en un asiento desplegable en la parte posterior. Los soldados pertenecían a los 103 y 104 regimientos de Infantería del Ejército francés, aunque su número no parece estar nada claro: según las fuentes, oscila entre 2.000 y 3.000 combatientes.El triunfo aliado en la batalla del Marne ayudó a convertir esta operación insólita de transporte de tropas en una leyenda heroica

Los taxis llegaron a su destino, sus pasajeros desembarcaron y se encaminaron al frente y los chóferes regresaron a París. Y cobraron por la carrera. ¿Cuánto? También se discute. Se da la cifra de 130 francos por taxi, y también un total de 70.012 francos. El triunfo aliado en la batalla del Marne ayudó a convertir esta operación insólita de transporte de tropas en una leyenda heroica, alimentada por el propio Gallieni, en la que la gesta patriótica de los conductores facilitó la llegada al frente de los combatientes necesarios para la victoria. Pero todos los historiadores militares están de acuerdo en que los taxis del Marne, nombre que acabaría por identificar a los Renault AG, fueron irrelevantes para el curso de la batalla.

Fuente: El Correo

domingo, 13 de julio de 2014

¿Por qué los francotiradores alemanes disparaban a los británicos con bigote?

¿Por qué los francotiradores alemanes disparaban a los británicos con bigote?


Los francotiradores del ejército alemán habían mejorado considerablemente sus armas y sistemas ópticos desde la Primera Guerra Mundial. Su excelente preparación y los precisos fusiles Máuser Kar 98k provocaron el pánico entre los aliados durante los dos primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Los tiradores alemanes avanzaban con las tropas, cubrían sus flancos y abatían a observadores, nidos de ametralladoras, operadores de artillería…, provocando la desmoralización de las tropas, que sentían que no se encontraban a salvo en ningún momento.
Una de las tácticas de los francotiradores alemanes durante un avance enemigo consistía en herir primero a los soldados situados en las últimas filas mediante certeros disparos en sus estómagos. Los desgarradores gritos de los heridos provocaban el pánico entre sus compañeros, los tiradores alemanes aprovechaban esos momentos de desconcierto para alcanzar en la cabeza a los soldados enemigos más próximos. Otra técnica similar usada por los francotiradores era la de no matar, sino herir un enemigo, y cuando sus compañeros acudían a socorrerlo aprovechaban para causar más bajas. Los francotiradores alemanes también lograron sembrar el pánico y el desconcierto entre las filas aliadas disparando de una manera selectiva a los oficiales y mandos enemigos. Fue tan alto el número de bajas entre los oficiales británicos que, en determinado momento, se llegó a suprimir toda señal o distintivo de rango de sus uniformes.
A pesar de ello, los tiradores alemanes seguían identificando y haciendo blanco en los oficiales. Una vez capturaron a un francotirador alemán y le interrogaron para saber cómo conseguían identificarlos; les respondió que…
¡disparaban a los soldados que tenían bigote!
¿Y por qué llevaban bigote los oficiales británicos? Según la Orden nº 1.695 del Reglamento Real de 1860:
El pelo de la cabeza se mantendrá corto. El mentón y la parte inferior del labio se deberá afeitar, pero no la parte superior…
mostacho oficial británico
Al comienzo de la Primera Guerra Mundial los soldados comenzaron a obviar aquella obsoleta normativa porque en muchas ocasiones los bigotes/mostachos impedían que las máscaras de gas se ajustasen perfectamente, con el potencial peligro de inhalar los gases. El 6 de octubre de 1916 el general Sir Nevil Macready derogó la obligación del bigote. Aún así, muchos oficiales que llevaron bigote desde que eran soldados rasos lo siguieron manteniendo… y aquello fue su sentencia de muerte.
Fuente: Historia de la Historia