Maratón de Barcelona
Ángel Cruz escribe en su blog “Carros de Fuego” del diario As un detallado (como de costumbre) post sobre el Maratón de Barcelona 2012, que ha sido presentado a la prensa madrileña esta semana.
En el artículo se aportan algunos datos que demuestran el crecimiento de este Maratón desde que recientemente cambió su organización. Por ejemplo, en la última edición terminaron 12.564 corredores, lo que le sitúa en el puesto 16 del ranking mundial y en el 6 europeo, solo superado, en este caso, claramente, por Londres, Berlín y París y, de forma más ajustada, Estocolmo y Roma, que están “a tiro”. En la edición de este año se prevén 17.000 corredores en la salida que, si se cumplen los porcentajes de las últimas ediciones, pueden significar cerca de 15.000 “finishers”, lo que podría situarle en el puesto 4 del ranking europeo. Un auténtico éxito de la nueva organización, dirigida por RCM Racing.
Otros datos interesantes son el alto porcentaje de corredores extranjeros (cerca del 50%), en parte favorecido por la situación geográfica de Barcelona, y la participación de mujeres (cerca del 13%), muy por encima de otros maratones españoles.
Datos todos ellos que demuestran como, en pocos años, una buena organización puede convertir una prueba en declive, prácticamente en desaparición, en un gran evento.
Las autoridades deportivas de Madrid deberían tomar nota de ello para impulsar el Maratón de Madrid, prueba con muchas deficiencias y que este año estrena organizador (Competitor Group) y denominación (Rock ‘n’ Roll Madrid Maratón). Esperemos que tenga éxito y vuelva a situar a Madrid en el primer lugar de los maratones españoles, puesto que ha perdido en favor de Barcelona y que, caso de seguir esta tendencia, también perderá en breve respecto a pruebas como Sevilla o San Sebastián, u otras que están creciendo con fuerza, como Valencia y el tradicional Sevilla. No obstante, el hecho de que a unos 3 meses de la prueba (22 de Abril) aún no se haya hecho público el recorrido, junto a la escasa, hasta el momento, presencia mediática y comunicación, no hacen presagiar nada bueno.
Tuve la fortuna de participar en el Maratón de Barcelona en dos de las primeras ediciones de la nueva organización, 2008 y 2009 (con marcas, respectivamente, de 3.08’39″ y 3.05’52″). Desde el primer momento tuve la sensación, luego confirmada, de que esta prueba, en aquel momento, novel, era significativamente mejor que el MAPOMA que había corrido hasta ese momento en 7 ocasiones. Paso a comentar algunos detalles.
Organización
Sin llegar a los niveles, por ejemplo, de los maratones de Londres y Berlín, puede calificarse como muy buena. Se aprecia la experiencia y recursos de la empresa organizadora. En contraste con el espíritu amateur de MAPOMA.
Sencilla inscripción y excelentes instrucciones. Muy buena web, detallada y complementada por amplia información de servicio. Muy buenas descripciones del recorrido y altimetría. Rápida y bien señalizada recogida de dorsales en las instalaciones de la Fira de Barcelona, en la Plaza de España, detrás de las Fuentes de Montjuic, muy cómoda para los madrileños que nos desplazamos en el AVE (paseo a pie de menos de un kilómetro desde la Estación de Sants el viernes por la tarde al llegar). Bolsa del corredor completa y con camisetas técnicas de Mizuno (en aquellas ediciones) de bastante calidad y bonito diseño.
En carrera, perfecta señalización y cortes de tráfico. Avituallamientos correctos, aunque susceptibles de mejora (mayor frecuencia y mayor volumen de botellas y personas). Y salida muy bien organizada, con abundantes urinarios portátiles y orden en cajones, perfectamente señalizados, que permiten la entrada a muy pocos minutos de la salida.
Excelente atención en la llegada, con abundante avituallamiento (incluidos frutos secos) y ayudantes que se ofrecen para quitar el chip de las zapatillas.
Recorrido
Se puede calificar de razonablemente bueno. Engaña un poco (uno se espera algo más parecido a Londres), pero no llega a la dureza, por supuesto, de Madrid. Y, sobre todo, es mayoritariamente céntrico y transita por los principales atractivos turísticos de la ciudad.
La salida tiene lugar en el tramo entre la Plaza de España y las Fuentes de Montjuic.
Un poco apartado de los hoteles del centro (Eixample, Plaza de Catalunya, barrio Gótico, etc.) pero relativamente céntrico. A los pies de la montaña mágica de las Olimpiadas del 92.
El tramo inicial por Sants hasta el Nou Camp, aproximadamente 4 kilómetros, tiene que tomarse con mucha calma. Es una pendiente no muy pronunciada (salvo en algún punto en las inmediaciones del estadio) pero larga y constante.
Hay que reservar fuerzas. En ambas ediciones tuve una cierta sensación, en las inmediaciones del Nou Camp, de cierto esfuerzo innecesario, que una prueba de este tipo pasa factura.
Tras los 4 primeros kilómetros en subida, la carrera baja hasta aproximadamente el kilómetro 11, atravesando la parte superior de la Avenida Diagonal, pasando por delante del emblemático edificio del Grupo Planeta y del Centro Comercial de L’Illa.
Tras un pequeño tramo por la Diagonal, se tuerce a la derecha por la Avenida de Sarría para tomar la Travessera de les Corts y luego girar a izquierda y bajar por las calles Rocafort y Tarragona hasta la Gran Vía de les Cortes Catalanas. Hay partes llanas y en pequeña bajada, que se corren rápido. Ya desde casi el principio se puede apretar para ir entrando en carrera y recuperar el ritmo que se haya ahorrado en los primeros kilómetros de subida.
A continuación, un tramo largo y recto hasta aproximadamente el kilómetro 14 a través de la Gran Vía hasta el Paseo de Gracia. Se puede afrontar con fuerzas, al ser el inicio de la carrera, y con comodidad: llano y por una ancha avenida. El único aspecto a considerar es el peralte de la calzada, significativamente inclinado en la parte de los laterales próxima a las aceras, y que genera cierta incomodidad en la carrera. En esta zona se pasa, ya cerca del Paseo de Gracia, por delante del emblemático Cine Coliseum de la ciudad condal.
Al llegar a la altura del Paseo de Gracia se gira a la izquierda para coger la parte de este que discurre entre la Gran Vía y la calle Roselló, en la que se vuelve a girar a la derecha. Un kilómetro espectacular. Quizá la mejor muestra de arte urbano en cualquier carrera popular de España. La zona principal de la Ruta del Modernismo.
Se pasa delante de las famosas Casas Lleó y Morera, Batlló y Amatller (“Manzana de la Discordia”), a la izquierda, y la Casa Milá (la Pedrera) a la derecha.
Y también tenemos ocasión de disfrutar de otros bellos edificios Modernistas, como las casas Malagrida, Marfá y Ramón Casas (por la que se gira a la derecha al final), así como las famosas Farolas de Gaudí. Un auténtico espectáculo.
Merece la pena, antes de hacer turismo por Barcelona, echar un vistazo a alguna de las buenas guías sobre el Modernismo. Una obra muy bien documentada es la obra de gran formato “Un Paseo por la Barcelona Modernista“, de Ediciones Polígrafa.
Es un tramo en ligera subida, que en la parte final empieza a pesar en las piernas (estamos en el kilómetro 15). También aquí conviene reservar fuerzas, quedan 27 kilómetros por delante.
Una vez en Roselló, otra parte de la carrera sencilla hasta las inmediaciones de la Sagrada Familia, que se rodea bajando por la calle Valencia para acometer, hacia el kilómetro 17 aproximadamente, otro tramo en ligera subida por la Avenida Meridiana.
Una parte de la carrera relativamente dura, nos encontramos ya cerca de la Media Maratón y la afluencia de público no es muy importante por esta zona. Se pasa cerca de L’Auditori, donde el pasado 1 de Diciembre el gran músico piamontés Paolo Conte ofreció un magnifico concierto en esta ciudad.
Superado el punto más alto de la Meridiana, la carrera vuelve sobre sus pasos, repitiendo un pequeño tramo de bajada por la misma, en paralelo al de subida, para luego bajar hacia el Puente de Calatrava. Otra parte de la carrera relativamente cómoda, hasta llegar, de nuevo, a la Gran Vía, en la que se gira hacia la izquierda. Por la Gran Vía se corre hacia el Este hasta llegar a la Ronda de Prim, que se baja hasta el punto inferior de la Diagonal, en el kilómetro 25.
Empieza aquí un tramo clave de la carrera. Subida y bajada por la Diagonal entre dicho punto (Ronda de Prim) y la Plaza de las Glorias Catalanas, al lado de otro de los nuevos iconos de la ciudad, la Torre Agbar. Aproximadamente 2,5 kilómetros de subida, en la que se va viendo a los corredores de cabeza que ya han doblado la Torre, y otros 2,5 de bajada, para dirigirnos al kilómetro 30, en las inmediaciones del Fórum.
Estos 5 kilómetros se hacen duros. No solo por el kilometraje en las piernas, sino también por las sensaciones: rectas larguísimas, la primera de ellas en subida, y, eventualmente, viento, en contra y a favor, que entorpece la marcha. La mayor parte de este tramo entre el 25 y el 30 suele contar con poca animación. No obstante, las inmediaciones de la Torre Agbar, en la que se gira 180 grados, suelen estar abarrotados de público.
A continuación otro tramo de la carrera duro, el comprendido entre el kilómetro 30 en el Fórum y el 35 en el Parque de la Ciudadela. Se corre paralelo al mar, por la Avenida Litoral, atravesando el Puerto Olímpico y las Torres Mapfre y Hotel Arts, otros de los símbolos de las Olimpiadas del 92 que cambiaron la fisonomía de la ciudad.
No es un recorrido objetivamente duro, prácticamente llano. No obstante, estamos ya en mitad del muro y buena parte de este tramo se hace con reservas muy justas y sin mucha animación del público. El único consuelo son, sobre todo en caso de un día soleado, las vistas de la Playa y, por supuesto, las magníficas construcciones de esta emblemática zona. Aquí también hay que tener en cuenta que el viento puede ser un factor importante.
Hasta el kilómetro 40 nos encontramos con una parte llevadera de la carrera, dadas las circunstancias. Si bien la primera mitad, hasta el 37 – 38 son en ligerísima subida, se atraviesa el Parque de la Ciudadela, el Arco del Triunfo y se llega a la Plaza de Catalunya, donde, en general, la afluencia de gente es mayor y los ánimos aumentan al encontrarnos cerca del final.
Además, la segunda parte, del 38 al 40 es una ligera bajada por la Via Laietana y calles circundantes, para desembocar en las bellísimas Ramblas, que se bajan “a toda pastilla” hasta la estatua de Colón para afrontar la última parte de la carrera.
Los dos últimos kilómetros son en una pequeña subida, que nada tiene que ver con los 10 últimos kilómetros del Maratón de Madrid. Se lleva bien el tramo inicial por el Paralelo, para ya enfilar sin demasiados problemas, la Ronda de San Pau, que lleva a la calle Sepúlveda y, ya en terrero llano, el último kilómetro hasta la Plaza de España, inicio y final de la carrera. En mi opinión, la relativa suavidad de esta parte final es la gran diferencia entre el perfil de este Maratón y el de Madrid.
En el artículo se aportan algunos datos que demuestran el crecimiento de este Maratón desde que recientemente cambió su organización. Por ejemplo, en la última edición terminaron 12.564 corredores, lo que le sitúa en el puesto 16 del ranking mundial y en el 6 europeo, solo superado, en este caso, claramente, por Londres, Berlín y París y, de forma más ajustada, Estocolmo y Roma, que están “a tiro”. En la edición de este año se prevén 17.000 corredores en la salida que, si se cumplen los porcentajes de las últimas ediciones, pueden significar cerca de 15.000 “finishers”, lo que podría situarle en el puesto 4 del ranking europeo. Un auténtico éxito de la nueva organización, dirigida por RCM Racing.
Otros datos interesantes son el alto porcentaje de corredores extranjeros (cerca del 50%), en parte favorecido por la situación geográfica de Barcelona, y la participación de mujeres (cerca del 13%), muy por encima de otros maratones españoles.
Datos todos ellos que demuestran como, en pocos años, una buena organización puede convertir una prueba en declive, prácticamente en desaparición, en un gran evento.
Las autoridades deportivas de Madrid deberían tomar nota de ello para impulsar el Maratón de Madrid, prueba con muchas deficiencias y que este año estrena organizador (Competitor Group) y denominación (Rock ‘n’ Roll Madrid Maratón). Esperemos que tenga éxito y vuelva a situar a Madrid en el primer lugar de los maratones españoles, puesto que ha perdido en favor de Barcelona y que, caso de seguir esta tendencia, también perderá en breve respecto a pruebas como Sevilla o San Sebastián, u otras que están creciendo con fuerza, como Valencia y el tradicional Sevilla. No obstante, el hecho de que a unos 3 meses de la prueba (22 de Abril) aún no se haya hecho público el recorrido, junto a la escasa, hasta el momento, presencia mediática y comunicación, no hacen presagiar nada bueno.
Tuve la fortuna de participar en el Maratón de Barcelona en dos de las primeras ediciones de la nueva organización, 2008 y 2009 (con marcas, respectivamente, de 3.08’39″ y 3.05’52″). Desde el primer momento tuve la sensación, luego confirmada, de que esta prueba, en aquel momento, novel, era significativamente mejor que el MAPOMA que había corrido hasta ese momento en 7 ocasiones. Paso a comentar algunos detalles.
Organización
Sin llegar a los niveles, por ejemplo, de los maratones de Londres y Berlín, puede calificarse como muy buena. Se aprecia la experiencia y recursos de la empresa organizadora. En contraste con el espíritu amateur de MAPOMA.
Sencilla inscripción y excelentes instrucciones. Muy buena web, detallada y complementada por amplia información de servicio. Muy buenas descripciones del recorrido y altimetría. Rápida y bien señalizada recogida de dorsales en las instalaciones de la Fira de Barcelona, en la Plaza de España, detrás de las Fuentes de Montjuic, muy cómoda para los madrileños que nos desplazamos en el AVE (paseo a pie de menos de un kilómetro desde la Estación de Sants el viernes por la tarde al llegar). Bolsa del corredor completa y con camisetas técnicas de Mizuno (en aquellas ediciones) de bastante calidad y bonito diseño.
En carrera, perfecta señalización y cortes de tráfico. Avituallamientos correctos, aunque susceptibles de mejora (mayor frecuencia y mayor volumen de botellas y personas). Y salida muy bien organizada, con abundantes urinarios portátiles y orden en cajones, perfectamente señalizados, que permiten la entrada a muy pocos minutos de la salida.
Excelente atención en la llegada, con abundante avituallamiento (incluidos frutos secos) y ayudantes que se ofrecen para quitar el chip de las zapatillas.
Recorrido
Se puede calificar de razonablemente bueno. Engaña un poco (uno se espera algo más parecido a Londres), pero no llega a la dureza, por supuesto, de Madrid. Y, sobre todo, es mayoritariamente céntrico y transita por los principales atractivos turísticos de la ciudad.
La salida tiene lugar en el tramo entre la Plaza de España y las Fuentes de Montjuic.
Un poco apartado de los hoteles del centro (Eixample, Plaza de Catalunya, barrio Gótico, etc.) pero relativamente céntrico. A los pies de la montaña mágica de las Olimpiadas del 92.
El tramo inicial por Sants hasta el Nou Camp, aproximadamente 4 kilómetros, tiene que tomarse con mucha calma. Es una pendiente no muy pronunciada (salvo en algún punto en las inmediaciones del estadio) pero larga y constante.
Hay que reservar fuerzas. En ambas ediciones tuve una cierta sensación, en las inmediaciones del Nou Camp, de cierto esfuerzo innecesario, que una prueba de este tipo pasa factura.
Tras los 4 primeros kilómetros en subida, la carrera baja hasta aproximadamente el kilómetro 11, atravesando la parte superior de la Avenida Diagonal, pasando por delante del emblemático edificio del Grupo Planeta y del Centro Comercial de L’Illa.
Tras un pequeño tramo por la Diagonal, se tuerce a la derecha por la Avenida de Sarría para tomar la Travessera de les Corts y luego girar a izquierda y bajar por las calles Rocafort y Tarragona hasta la Gran Vía de les Cortes Catalanas. Hay partes llanas y en pequeña bajada, que se corren rápido. Ya desde casi el principio se puede apretar para ir entrando en carrera y recuperar el ritmo que se haya ahorrado en los primeros kilómetros de subida.
A continuación, un tramo largo y recto hasta aproximadamente el kilómetro 14 a través de la Gran Vía hasta el Paseo de Gracia. Se puede afrontar con fuerzas, al ser el inicio de la carrera, y con comodidad: llano y por una ancha avenida. El único aspecto a considerar es el peralte de la calzada, significativamente inclinado en la parte de los laterales próxima a las aceras, y que genera cierta incomodidad en la carrera. En esta zona se pasa, ya cerca del Paseo de Gracia, por delante del emblemático Cine Coliseum de la ciudad condal.
Al llegar a la altura del Paseo de Gracia se gira a la izquierda para coger la parte de este que discurre entre la Gran Vía y la calle Roselló, en la que se vuelve a girar a la derecha. Un kilómetro espectacular. Quizá la mejor muestra de arte urbano en cualquier carrera popular de España. La zona principal de la Ruta del Modernismo.
Se pasa delante de las famosas Casas Lleó y Morera, Batlló y Amatller (“Manzana de la Discordia”), a la izquierda, y la Casa Milá (la Pedrera) a la derecha.
Y también tenemos ocasión de disfrutar de otros bellos edificios Modernistas, como las casas Malagrida, Marfá y Ramón Casas (por la que se gira a la derecha al final), así como las famosas Farolas de Gaudí. Un auténtico espectáculo.
Merece la pena, antes de hacer turismo por Barcelona, echar un vistazo a alguna de las buenas guías sobre el Modernismo. Una obra muy bien documentada es la obra de gran formato “Un Paseo por la Barcelona Modernista“, de Ediciones Polígrafa.
Es un tramo en ligera subida, que en la parte final empieza a pesar en las piernas (estamos en el kilómetro 15). También aquí conviene reservar fuerzas, quedan 27 kilómetros por delante.
Una vez en Roselló, otra parte de la carrera sencilla hasta las inmediaciones de la Sagrada Familia, que se rodea bajando por la calle Valencia para acometer, hacia el kilómetro 17 aproximadamente, otro tramo en ligera subida por la Avenida Meridiana.
Una parte de la carrera relativamente dura, nos encontramos ya cerca de la Media Maratón y la afluencia de público no es muy importante por esta zona. Se pasa cerca de L’Auditori, donde el pasado 1 de Diciembre el gran músico piamontés Paolo Conte ofreció un magnifico concierto en esta ciudad.
Superado el punto más alto de la Meridiana, la carrera vuelve sobre sus pasos, repitiendo un pequeño tramo de bajada por la misma, en paralelo al de subida, para luego bajar hacia el Puente de Calatrava. Otra parte de la carrera relativamente cómoda, hasta llegar, de nuevo, a la Gran Vía, en la que se gira hacia la izquierda. Por la Gran Vía se corre hacia el Este hasta llegar a la Ronda de Prim, que se baja hasta el punto inferior de la Diagonal, en el kilómetro 25.
Empieza aquí un tramo clave de la carrera. Subida y bajada por la Diagonal entre dicho punto (Ronda de Prim) y la Plaza de las Glorias Catalanas, al lado de otro de los nuevos iconos de la ciudad, la Torre Agbar. Aproximadamente 2,5 kilómetros de subida, en la que se va viendo a los corredores de cabeza que ya han doblado la Torre, y otros 2,5 de bajada, para dirigirnos al kilómetro 30, en las inmediaciones del Fórum.
Estos 5 kilómetros se hacen duros. No solo por el kilometraje en las piernas, sino también por las sensaciones: rectas larguísimas, la primera de ellas en subida, y, eventualmente, viento, en contra y a favor, que entorpece la marcha. La mayor parte de este tramo entre el 25 y el 30 suele contar con poca animación. No obstante, las inmediaciones de la Torre Agbar, en la que se gira 180 grados, suelen estar abarrotados de público.
A continuación otro tramo de la carrera duro, el comprendido entre el kilómetro 30 en el Fórum y el 35 en el Parque de la Ciudadela. Se corre paralelo al mar, por la Avenida Litoral, atravesando el Puerto Olímpico y las Torres Mapfre y Hotel Arts, otros de los símbolos de las Olimpiadas del 92 que cambiaron la fisonomía de la ciudad.
No es un recorrido objetivamente duro, prácticamente llano. No obstante, estamos ya en mitad del muro y buena parte de este tramo se hace con reservas muy justas y sin mucha animación del público. El único consuelo son, sobre todo en caso de un día soleado, las vistas de la Playa y, por supuesto, las magníficas construcciones de esta emblemática zona. Aquí también hay que tener en cuenta que el viento puede ser un factor importante.
Hasta el kilómetro 40 nos encontramos con una parte llevadera de la carrera, dadas las circunstancias. Si bien la primera mitad, hasta el 37 – 38 son en ligerísima subida, se atraviesa el Parque de la Ciudadela, el Arco del Triunfo y se llega a la Plaza de Catalunya, donde, en general, la afluencia de gente es mayor y los ánimos aumentan al encontrarnos cerca del final.
Además, la segunda parte, del 38 al 40 es una ligera bajada por la Via Laietana y calles circundantes, para desembocar en las bellísimas Ramblas, que se bajan “a toda pastilla” hasta la estatua de Colón para afrontar la última parte de la carrera.
Los dos últimos kilómetros son en una pequeña subida, que nada tiene que ver con los 10 últimos kilómetros del Maratón de Madrid. Se lleva bien el tramo inicial por el Paralelo, para ya enfilar sin demasiados problemas, la Ronda de San Pau, que lleva a la calle Sepúlveda y, ya en terrero llano, el último kilómetro hasta la Plaza de España, inicio y final de la carrera. En mi opinión, la relativa suavidad de esta parte final es la gran diferencia entre el perfil de este Maratón y el de Madrid.
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