El gato que ocasionó un conflicto internacional
Creo que la mejor forma de presentar a uno de los protagonistas de esta historia es que lo hagan sus palabras…
Si no piensas en tu porvenir, no lo tendrás.
Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular.
Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula.
Bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario.
Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad.
Estas sentencias son obra de John Kenneth Galbraith, que además de escritor, profesor en la Universidad de Harvard y uno de los economistas más relevantes del siglo XX, también trabajó en las administraciones de varios presidentes de los EEUU. Bajo la presidencia de John F. Kennedy, y por amistad con éste, aceptó el nombramiento de embajador de los EEUU en la India en 1961, donde se convirtió en confidente del primer ministro Jawaharlal Nehru, asesoró al gobierno de la India en materia económica y ayudó a establecer uno de los primeros departamentos de informática en el Instituto Indio de Tecnología en Kanpur. Pero también tuvo que lidiar con un conflicto enquistado entre la India y Pakistán, el territorio de Cachemira. Las relaciones entre estadounidenses y pakistaníes eran demasiado tensas, éstos tenían la certeza de que estaban ayudando militarmente a la India.
En 1962, durante un viaje de su mujer Catherine Galbraith y sus hijos a la India, visitaron el estado de Gujarat y el gobernador, por aquello de quedar bien con la familia del embajador, les regaló a los niños una pareja de gatos siameses. El nombre de uno de los gatos no se conoce y el del otro, visto lo visto, casi habría sido mejor que tampoco se conociese… le pusieron Ahmedabad, la ciudad donde habían nacido, pero en casa al gatito lo llamaban “Ahmed” -uno de los nombres del profeta Mahoma en el mundo islámico-. Todo estalló cuando Catherine concedió una entrevista e hizo referencia a su gatito Ahmed. Cuando la noticia llegó a Pakistán, se interpretó como un insulto al Islam: la gente se echó a las calles, las instalaciones estadounidenses fueron apedreadas y los trabajadores de la embajada atacados. Ante aquel revuelo, y para evitar males mayores, John Kenneth Galbraith le cambió el nombre al gatito por el de Gujarat…
Fuera de la diplomacia nunca se entenderá el daño que pudo ocasionar el nombre de un gatito
Imagen: 22words Fuentes: National Review Old, The Glasgow Herald Historias de La Historia
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