El arte de contar el arte sin cuadros
Arte sin arte. ¿Se puede hacer una exposición sobre Picasso en la que no haya un solo cuadro? Es más, ¿se puede hacer sin un solo cuadro cuando además quiere narrar otra exposición que - esta sí-gozó de 25 flamantes piezas...? Es más: ¿en la que haya apenas fotos de aquellas obras maravillosas; y en blanco y negro, pequeñas...? La respuesta es un contundente sí. Estamos ante la metaexposición, la muestra sobre la muestra, y el resultado es pura historia del arte. El Museu Picasso de Barcelona abre hoy al público Picasso 1936. Empremtes d´una exposició, en realidad una investigación sobre cómo se gestó en 1935 y se concretó en enero de 1936 la muestra Picasso, que visitó Barcelona, Madrid y Bilbao y marcó la pauta de la relación del artista con estas tres ciudades y en general con España.
La propia muestra que hoy abre al público es museografía pura, un eficaz exprimidor de naranjas, porque transforma una documentación que podría ser un cactus en un hábil juego intelectual, puro estímulo. Sacudidos por el cedazo-led de la empresa Media Interactive Design, las fotografías, las grabaciones (entre ellas posiblemente la primera voz enlatada de Salvador Dalí), los propios discos, los recortes de prensa, los ejemplares de revistas... se convierten en un apasionante juego de pistas e insinuaciones para quien quiera seguirlas. "Es una exposición diferente a lo habitual y sin duda es la de mayor riesgo que hemos hecho", valoró ayer Pepe Serra, el director del centro, elegido ya nuevo director del Museu Nacional d´Art de Catalunya (MNAC), al que se mudará en pocas semanas. En esta línea, el concejal de Cultura, Jaume Ciurana, agradeció al museo que asuma riesgos, porque "la administración tiene algunas virtudes, pero no la de la creatividad". "Propone muchas preguntas - añadió Serra-sobre cómo deben hacerse o cómo no deben hacerse las exposiciones, y no me refiero a los presupuestos. Es una apuesta radical. No es con documentos sino de documentos".
En una de las salas, por ejemplo, un juguete de tarjetas magnéticas del tamaño de un iphone, con la tecnología chip del bicing, insta a insertarlas para que (en catalán, castellano o inglés) se encienda toda una pared de imágenes que un hilo luminoso une, sugiriendo relaciones, amistades, marchantes.
En la última sala, una pantalla táctil de 42 pulgadas cruza cientos de datos para mostrar quién fue quién en la organización de aquella exposición, las relaciones entre cada uno de ellos agrupadas por temas (obras de Picasso, amistades, galeristas, museos...): cuando uno coloca el dedo por ejemplo sobre Paul Éluard, el poeta íntimo de Picasso, y lo arrastra hacia la periferia de su universo, hacia el marco de la pantalla, él vuelve mansa pero incorregiblemente al centro de la órbita, arrastrando todos los hilos que lo unen a otros satélites picassianos. El invento de MID deja los nombres flotando, como mecidos por el océano de datos. Para Silvia Domènech, comisaria de la exposición, "se trata de poner en valor los documentos de los procesos artísticos" y de hacer que "dialoguen entre ellos".
La exposición rescata el protagonismo que Adlan (Amics de l´Art Nou) tuvo en la preparación de la exposición de 1936, que viajó a Madrid y Bilbao pero no pudo hacerlo a otras dos de las ciudades inicialmente previstas, Tenerife y Málaga. En Barcelona se instaló en la Sala Esteva y la documentación que generó es en parte la que nutre lo que hasta febrero puede verse en el Picasso, y que fue conservado por Claudio Hoyos, nieto de uno de los dueños de aquella sala.
La apertura de Picasso 1936 no podía más que coincidir con la del nuevo Centre de Coneixement i Recerca, inaugurado ayer y con el que el Museu Picasso quiere convertirse en foco de conocimiento: una luz que pueda cristalizar en exposiciones como la mencionada. El Centre, además, es uno de los legados que deja Pepe Serra antes de su mudanza.
Publicado en La Vanguardia 30 de noviembre del 2011
Publicado en La Vanguardia 30 de noviembre del 2011
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