Walter Hunt, el inventor del imperdible
Patente del imperdible |
El problema que tuvo que enfrentar Hunt fue la situación económica del momento en su país, que no era demasiado boyante. Así, nadie mostró demasiado interés por un invento que provocaría que algunos cuantos hombres perdieran su trabajo. La desilusión por el recibimiento que a su invento le brindó la industria llevó a nuestro hombre a dejar de lado su idea y ni siquiera preocuparse por patentarla.
Poco después, otro inventor, llamado Elias Howe, diseñó una máquina similar y él sí la patentó, generándole finalmente una cantidad de dinero que lo hizo un hombre multimillonario. Pero Hunt había aprendido una lección. Así, en 1849, casi jugando con un trozo de alambre acabó por crear el imperdible. Otro gran invento que sigue vigente en nuestros días. Decía que aprendió la lección ya que en este caso sí que patentó la idea, una idea que valía millones. Aún así, no ganó mucho con ella.
Debía Hunt una pequeña cantidad de dinero, apenas unos dólares, y agobiado por tal deuda vendió la patente del imperdible a una empresa por unos cientos. Un valor mucho menor del que más tarde se mostró que tenía aquel invento basado en un pequeño trozo de alambre.
Como vemos, una gran cabeza para idear dispositivos muy útiles, pero no tan buena para detectar las oportunidades financieras asociadas a sus inventos.
Fuente: The greatest stories never told, de Rich Beye, Curistoria
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