La Estatua de la Libertad (Statue of Liberty), es uno de los monumentos más famosos de Nueva York, de los Estados Unidos y de todo el mundo. Se encuentra en la isla de la Libertad al sur de la isla de Manhattan, junto a la desembocadura del río Hudson y cerca de la isla Ellis. La Estatua de la Libertad fue un regalo de los franceses a los estadounidenses en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y como un signo de amistad entre las dos naciones. Fue inaugurada el 28 de octubre de 1886 en presencia del presidente estadounidense de la época, Grover Cleveland. La estatua es obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi.
El 18 de febrero de 1879, Bartholdi registró la patente en estos términos:
Una estatua que representa Libertad que ilumina el mundo: consiste en un personaje femenino vestido, con un brazo levantado, portando una antorcha, mientras que el otro sostiene una tabla grabada, y con una diadema sobre la cabeza. El rostro tiene rasgos clásicos, pero graves y tranquilos, con el cuerpo ligeramente vencido del lado izquierdo para que la pierna de ese lado mantenga el conjunto en equilibrio [...] Queda prohibida su reproducción por cualquier procedimiento conocido en arte escultórico, bajo forma de estatua o estatuilla, en alto o bajorrelieve, en metal, en terracota, estuco de París o cualquier otro compuesto plástico.
En 1855, algo más de 30 años antes si tenemos en cuenta la fecha de inauguración, nosotros ya teníamos nuestra Estatua de la Libertad -obra del zaragozano Ponciano Ponzano (1813-1877)- con… demasiadas similitudes.
En 1853 se encargó a Ponzano una estatua para coronar el panteón de tres ilustres políticos liberales: Agustín Argüelles, Juan Álvarez Mendizábal y José Calatrava. De unos dos metros de altura, está hecha de un bloque de mármol de Carrara desbastado por el genovés Tito Nicoli y en palabras del artista:
[Como toque de humor, y para darle más fuerza a la idea de libertad, Ponciano colocó junto al pie derecho un gato]
Hoy puede contemplarse en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid. Cuando Ponciano falleció, era tan pobre que la Real Academia de San Fernando tuvo que hacer una aportación económica -disfrazada como una compra de dibujos- para poder enterrarlo…Ahora, cada uno que saque sus propias conclusiones.
Fuentes e imágenes: Madrid a fondo, Mis fotos de Madrid, Historias de la Historia
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