Ojo por ojo y misas por zapatos
don Pedro I de Castilla |
Al parecer, un arcediano de la catedral de Sevilla había llevado una discusión que le enfrentó a un zapatero hasta el extremo máximo, dando muerte de una puñalada el religioso al pobre remendón. Mereciendo mayor castigo por el asesinato, finalmente sus influencias y el ser hombre de Iglesia dejaron la pena en la prohibición de decir misa durante un año.
El hijo del zapatero fallecido, zapatero también, considerando que la pena era una ofensa a la misma justicia, fue a demandar esta al rey, presentándole la situación y los hechos y pidiéndole que enmendara la sentencia inicial.
-¿Dices que el arcediano no ha sido castigado?
-Sí, señor; le han condenado a no decir misa durante un año.
-Y tú, ¿te crees capaz de matar al arcediano?
-Sí señor, en cuanto pueda.
-Pues hazlo.
Y siendo casi orden del rey, el hijo del asesinado se dispuso a cobrarse la venganza por la vida de su padre en la del propio asesino. En plena procesión, el joven salió de entre la gente y llegándose directo hasta el arcediano lo mató como había sido liquidado su padre, de una puñalada. Se formó un pequeño tumulto que apresó al vengador y cuando ya lo llevaban preso, el rey don Pedro, que asistía a aquella procesión, intervino.
-¿Por qué has matado al arcediano?
-Porque mató a mi padre de una puñalada y he querido pagarle con la misma moneda.
El rey se giró hacia los eclesiásticos, que habían sido responsables de la condena impuesta al arcediano, y les dijo.
-¿Cómo no fue castigado el arcediano por este crimen?
-Sí, señor, lo fue; se le condenó a no decir misa durante un año.
-Pues yo condeno a este hombre a no hacer zapatos durante un año.
Y aquel día, don Pedro de Castilla, el Cruel para muchos, pero El Justiciero para los suyos, honró ese segundo sobrenombre como si fuera Salomón.
Fuente: Carlos Fisas Curistoria
No hay comentarios:
Publicar un comentario