Qué hermoso el sol parece cuando fresco se eleva,
Dando los buenos días como en una explosión
-Feliz aquel que puede, por el amor transido,
Saludar al poniente, más glorioso que un sueño.
¡Lo recuerdo!... Yo he visto todo, flor, surco, fuente,
Caer bajo su mirada como un corazón vivo...
-Pronto, pronto, ya es tarde, vamos al horizonte
Para atrapar al menos algún oblicuo rayo.
Pero persigo en vano al Dios que se retira;
La irresistible Noche establece su imperio,
Negro, húmedo, funesto, roto de escalofríos;
Un olor a sepulcro en las tinieblas boga,
Y mi pie temeroso roza, junto al pantano,
Sapos inesperados y babosas heladas.
Charles Baudelaire
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