martes, 25 de diciembre de 2012
La importancia de una "coma"....
Vivía en Burgos en la primera mitad del siglo pasado un señor llamado Ángel Conde, que se dedicaba a enviar a los periódicos muestras de su trabajo, folletos, para que los medios se hicieran eco del mismo. No solía conseguir su objetivo, todo sea dicho.
En una ocasión estaba Ángel Conde en Madrid y visitó la revista Nuevo Mundo, para hacer campaña in situ. Se presentó ante el conserje de la entrada y le pidió ver a don José María Carretero Novillo, que era su director. El conserje le preguntó su nombre y referencia, para hacérselo saber al director y ver si podría darse el encuentro.
-¿A quién anuncio?
-Al señor Conde, de Burgos, para un asunto importante.
La frase tuvo efecto sorprendente en el conserje y el señor director se digno a darle audiencia al burgalés. El director se encontraba acompañado de dos colaboradores de la revista, Campúa y Verdugo Landi.
Al tenerlo en frente, el director de Nuevo Mundo le preguntó al visitante:
- ¿Es usted el excelentísimo conde de Burgos?
- Sí, señor. Soy conde de apellido y de Burgos, pero no tengo tratamiento de excelencia.
El director, supongo que comprendiendo en un momento cómo se habían sucedido los hechos y dónde estaba el malentendido le dijo:
-Pues entonces entiéndase con este señor, que es Verdugo, de Sevilla.
¿La moraleja? Pues que una coma, como tantas veces ocurre, cambia todo el sentido de una frase, y así no es lo mismo un conde de Burgos, que un Conde, de Burgos.
Fuente: Mis anécdotas preferidas, de Carlos Fisas.
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