Una aventura en Dinamarca
…..“juraron postrados ante aquellos lábaros de su salvación, no seguir más consejos que los del Honor, ni más sentimiento que los de Lealtad a su Patria. El Cielo les miró complacido, de aquel tierno y magnífico espectáculo y patrocinó y alentó con el consuelo la esperanza de sus corazones”
La obra “El juramento de las tropas del Marqués de la Romana” (294 x 442cm), fechada en 1850 por Manuel Castellano, es una pintura poco conocida y que al descubrirla me pareció impresionante tanto por la carga emotiva que desprende, como por la riqueza y variedad de personajes y uniformes que contiene, por eso esta semana he pensado en acercarla a este espacio y estudiarla un poco más a fondo.
La obra “El juramento de las tropas del Marqués de la Romana” (294 x 442cm), fechada en 1850 por Manuel Castellano, es una pintura poco conocida y que al descubrirla me pareció impresionante tanto por la carga emotiva que desprende, como por la riqueza y variedad de personajes y uniformes que contiene, por eso esta semana he pensado en acercarla a este espacio y estudiarla un poco más a fondo.
La aventura de Don Pedro Caro y Sureda, Marqués de la Romana, y su expedición a Dinamarca , se podría resumir de la siguiente manera:
En la primavera de 1807, el de la Romana obtuvo el mando sobre el Cuerpo Expedicionario de Dinamarca, fuerzas españolas destinadas a apoyar a Napoleón en su guerra contra la coalición que fueron a engrosar los efectivos de vigilancia en las costas del mar del Norte. Formada por unos 15.000 hombres, la división española estuvo integrada por contingentes que se hallaban en la Toscana (regimientos de Infantería Zamora, Guadalajara y Cataluña y de Caballería Algarbe y Villaviciosa) y por cuerpos que partieron de España. Pero tras invernar en Hamburgo, la llegada de rumores sobre los acontecimientos que se estaban produciendo en España sembró la desconfianza entre los soldados españoles, hecho que dio como resultado el que los regimientos fueran ubicados en paraje más seguro, y con pretexto de una invasión en Suecia fueran aislados y divididos en el territorio danés. Quedando así entre el mar y el propio ejército francés. El movimiento tuvo lugar en marzo de 1808, y las tropas españolas quedaron distribuidas entre Jutlandia, Fionia, Langeland y Selandia.
En la primavera de 1807, el de la Romana obtuvo el mando sobre el Cuerpo Expedicionario de Dinamarca, fuerzas españolas destinadas a apoyar a Napoleón en su guerra contra la coalición que fueron a engrosar los efectivos de vigilancia en las costas del mar del Norte. Formada por unos 15.000 hombres, la división española estuvo integrada por contingentes que se hallaban en la Toscana (regimientos de Infantería Zamora, Guadalajara y Cataluña y de Caballería Algarbe y Villaviciosa) y por cuerpos que partieron de España. Pero tras invernar en Hamburgo, la llegada de rumores sobre los acontecimientos que se estaban produciendo en España sembró la desconfianza entre los soldados españoles, hecho que dio como resultado el que los regimientos fueran ubicados en paraje más seguro, y con pretexto de una invasión en Suecia fueran aislados y divididos en el territorio danés. Quedando así entre el mar y el propio ejército francés. El movimiento tuvo lugar en marzo de 1808, y las tropas españolas quedaron distribuidas entre Jutlandia, Fionia, Langeland y Selandia.
En esta situación recibieron en junio un despacho de Don Mariano Luis de Urquijo para que prestasen juramento a José Bonaparte, lo que aumentó el descontento y provocó la sublevación en Selandia de los regimientos Asturias y Guadalajara, que fueron desarmados por las tropas napoleónicas. Entre tanto, diputados españoles en Londres habían preparado un plan para rescatar a los soldados en Dinamarca con el auxilio de una escuadra inglesa; tras conseguir contactar con el Marqués de la Romana, éste preparó la huida reagrupando parte de las tropas en Langeland , desde donde embarcaron hacia Gotemburgo el 13 de septiembre para regresar a España en las naves británicas.
Esta famosa peripecia es la que narra, en parte, la obra del pintor romántico sita en el Museo del Prado. En ella se representa un acontecimiento previo a la partida hacia Suecia del que da noticia el Conde de Toreno: “Juntos en Langeland, clavadas sus banderas en medio de un círculo que formaron, y ante ellas hincados de rodillas, juraron con lágrimas de ternura y despecho ser fieles a su amada patria y desechar seductoras ofertas”.
Este momento es el que representa Castellano, colocando en el centro del lienzo al Marqués de la Romana vestido con uniforme de teniente general en el acto de jura de fidelidad, junto a sus tropas y a las banderas como representación de su lealtad a la resistencia a la invasión napoleónica.
Al contemplar el cuadro llama la atención la importancia que el pintor ha querido conceder a la uniformidad de los soldados; dicha circunstancia contrasta, a su vez, con las líneas que el historiador y político francés Adolphe Thiers dedicó a esta fuerza expedicionaria en su “Historia del Consulado y del Imperio”, donde señalaba que estos soldados iban «mal vestidos», contradiciendo documentos de la época que afirmaban que los uniformes se hallaban en buen estado. Sin embargo, habría que atribuir a la imaginación del pintor, o a su deseo de magnificar la escena con la representación de uniformes vistosos la inclusión en el cuadro de húsares de María Luisa, ya que ningún documento conocido alude a esta caballería como integrantes de la Expedición a Dinamarca.
Al contemplar el cuadro llama la atención la importancia que el pintor ha querido conceder a la uniformidad de los soldados; dicha circunstancia contrasta, a su vez, con las líneas que el historiador y político francés Adolphe Thiers dedicó a esta fuerza expedicionaria en su “Historia del Consulado y del Imperio”, donde señalaba que estos soldados iban «mal vestidos», contradiciendo documentos de la época que afirmaban que los uniformes se hallaban en buen estado. Sin embargo, habría que atribuir a la imaginación del pintor, o a su deseo de magnificar la escena con la representación de uniformes vistosos la inclusión en el cuadro de húsares de María Luisa, ya que ningún documento conocido alude a esta caballería como integrantes de la Expedición a Dinamarca.
Es posible que, a los ojos de un experto uniformólogo, la obra contenga alguna inexactitud más, ya que su autor repite este tipo de errores en sus trabajos sobre el “dos de mayo madrileño”, pero su acertada composición y preciosa factura no debería empañar sus “pequeñas” licencias.
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