Boris I de Andorra, un rey ruso en los Pirineos
Andorra, para aquellos lectores que no lo conozcan o sitúen (esto lo lee gente que llega desde muy lejos), es un pequeño país del suroeste de Europa, situado en los Pirineos entre España y Francia. Su extensión no llega a los quinientos kilómetros cuadrados y su altura media ronda los dos mil metros sobre el nivel del mar.
La independencia real de sus vecinos, España y Francia, ha llegado hace apenas unas décadas, concretamente en 1982, el año en el que el primer gobierno andorrano, presidido por Oscar Ribas Reig entró en funciones, aunque no sería hasta marzo de 1993 cuando la independencia se consumó al aprobarse su Constitución, la segunda, ya que la primera la había creado y aprobado el protagonista de este artículo.
Hasta entonces había dependido en mayor o menor medida de ambos países, los cuales incluso la habían ocupado en varias ocasiones por diferentes motivos. Únicamente durante unos días, nueve para ser exactos, en 1934, disfrutó de independencia, cuando un ciudadano ruso, Boris de Skossyref, fue proclamado rey de Andorra.
Un plan para una nueva Andorra, independiente
Boris Mijáilovich Skossyref Mavrusov, un ruso nacido en 1896, aficionado a la aventura, tuvo en los años 30 del siglo pasado una relación estrecha con Andorra. Skossyref era barón y su familia formaba parte la nobleza rusa.
Cuando en 1917 estalló la Revolución Rusa se vio obligado a huir y recaló en el Reino Unido, donde formó parte de la armada y sirvió en misiones secretas para el Foreign Office británico. Cansado de su vida de espía, en 1925 se instaló en los Países Bajos y aunque se desconoce qué hizo en aquel tiempo, más tarde reclamó el título de conde de Orange que, al parecer, le había entregado la reina Guillermina I por sus servicios.
En los primeros años de la década de los 30, después de un fracasado matrimonio, visita por primera vez Andorra. Se estableció en Santa Coloma, en una casa que aún hoy es conocida como “la casa de los rusos”.
El ruso, Boris, incapaz de mantenerse quieto, comenzó a interesarse por la política local y trazó un plan paracambiar la política y la situación de Andorra que al ser presentado oficialmente provocó su expulsión del país en mayo de 1934. Su objetivo último era mejorar la situación de Andorra creando las condiciones óptimas para que fuera un núcleo empresarial y económico en Europa convirtiéndolo en lo que hoy llamaríamos un paraíso fiscal. Por supuesto, ello implicaba cambiar el régimen político, las relaciones internacionales del país, sus leyes… En cualquier caso, la aceptación de sus ideas y planteamientos entre el pueblo fueron notables.
Nuestro hombre acabó en La Seud’Urgell tras su salida del país y entonces comenzó una campaña mediática que tuvo su eco incluso en The Times y The Daily Herald. Su objetivo ya era claro entonces: ser rey de Andorra. Según sus propias palabras en torno a ese afán por hacerse con la corona andorrana: “no tengo ningún derecho histórico para mi pretensión. Lo hago únicamente como caballero para entender que defiendo los derechos de los españoles que residen en Andorra y son vejados por la Republica vecina”. Él mismo sabía que nada le amparaba, ningún derecho histórico podía esgrimir en su reivindicación del trono de Andorra, pero aún así no se detuvo.
Buscó apoyos en Francia y no tuvo reparos en autonombrarse lugarteniente del rey de Francia en Andorra, apelando a los derechos del monarca francés sobre el pequeño territorio. Poco a poco, con una política de hechos consumados fue haciéndose un hueco por el que conseguir su objetivo.
En realidad, el ruso no era nada ni nadie, oficialmente, pero se comportaba como rey y consiguió generar un importante eco con sus acciones. Llegó a escribir borradores para el Boletín Oficial del Principado y a redactar una Carta Constitucional que modificaba sustancialmente el sistema político andorrano. De este documento hizo diez mil copias que distribuyó por Andorra, España y Francia. En los pocos días que estuvo en el trono trabajó para hacer realidad todo lo que había pensado y diseñado para Andorra mientras aspiraba al trono. Como decía al comienzo, fue el padre, si podemos usar esta expresión, de la primera Constitución de Andorra.
Nueve días de reinado
En 1934, habiendo partido de la nada, Boris consiguió que su bola de nieve fuera los suficientemente grande como para que sus propuestas políticas y legales fueran tenidas en cuenta. Se reunieron las autoridades de Andorra para evaluar la situación y tomar una decisión sobre lo que un ruso, espía y conde de Orange según sus palabras, proponía: un cambio de gran calado que, entre otras cosas, llevaría a Andorra a ser un centro empresarial de importancia en Europa.
A cambio de llevar a cabo su plan el ruso pidió ser nombrado príncipe de Andorra. De los veinticuatro consejeros que debían tomar la decisión, todos salvo uno votaron a favor. Así quedó constituida la monarquía y fue nombrado príncipe de Andorra Boris Skossyref.
Aquello no duró más que unos días. El 21 de julio, el obispo de Urgell, contrario y enemigo de Boris, con el que ya había tenido encontronazos y uno de los pocos que se habían opuesto firmemente a los planes del ruso, consiguió que fuera detenido.
Técnicamente, Andorra dependía de Francia y del obispado de Urgell, por lo que este obispo tenía competencias para actuar. La Guardia Civil española detuvo al rey Boris I en Andorra y lo llevó hasta La Seud’Urgell. Fue juzgado en Barcelona, donde se comprobó que había sido expulsado de Mallorca años antes.
Finalmente fue condenado, encarcelado y expulsado a Portugal. Durante su cautiverio se indignó con las formas en las que era tratado, dada su posición, y después, ya fuera de España, siguió comportándose como un monarca en el exilio.
Después de cuatro años le fue permitido volver a Francia. Comenzaba entonces la Segunda Guerra Mundial y ese país no tardó en convertirse en un lugar poco seguro para un hombre como él: aristócrata ruso y con un pasado de espía para Reino Unido. Entonces fue capturado por temas políticos, aunque no se conocen los cargos que se le imputaron, y llevado a un campo de concentración en la propia Francia.
Por entonces se le pierde la pista y se cree que murió en torno a 1944, aunque hay otras fuentes que datan su muerte en 1989 y se ha publicado alguna carta firmada supuestamente por él, si bien bajo otro nombre, en la década de los 50. En cualquier caso, podríamos concluir que una vez que el obispo de Urgell puso fin al reinado, la vida de Boris Skossyref pasó al ámbito puramente privado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario